marzo 9, 2021
NEURÓTICOS ANÓNIMOS
UNA HISTORIA ENTRE MUCHAS DE LA PANDEMÍA
No olvidaré la fecha del 27 de febrero de 2020. La noticia del primer caso de
Covid-19 detectado en México, me llenó de miedo. Por la información que
había sido difundida por los medios de comunicación sabía que la facilidad
del contagio aceleraría el número de personas infectadas y quizás también
podría contagiarme. Esa noche no dormí, a pesar de las pastillas que tomaba
desde hacía mucho tiempo no logré conciliar el sueño; miles de
pensamientos me torturaron: el contagio y sus implicaciones, mis hijos, mis
padres, mi esposa. Se avivó el miedo a morir y dejar todo lo que me importa;
también se presentó la idea de perder el trabajo, de ya no poder ser el
sustento del hogar. Esa noche, a pesar que no concilié el sueño viví una
pesadilla.
Al siguiente día, amanecí con un nudo en la garganta; muchas ganas de llorar,
de abrazarme a mi esposa o a mis padres y llorar desconsoladamente porque
el mundo se me estaba acabando; tomé medidas de higiene, gel
antibacterial, cubrebocas, sanitizantes, desinfectantes, en fin todo lo que
escuchaba que se tenía que hacer lo hice. Sentí un alivio cuando mis hijos
dejaron de ir a la escuela. No quería morir, ni faltar a mi familia. Me
redujeron horas de trabajo y en consecuencia también hubo una disminución
en el ingreso, tenía que estar más en casa; en ese tiempo se incrementaron
los conflictos y desacuerdos con mi esposa, al grado de llegar a levantarles la
voz, a ella y a mis hijos, sintiéndome muy culpable por no poder controlarme
y por mis palabras hirientes, tenía mucho miedo de perder el control y
golpearlos. Con mucha ansiedad veía o escuchaba las noticias para saber del
avance de esta enfermedad; de la nada empezaba a sentir que me faltaba el
aire, sentía síntomas de fiebre como ardor de ojos y cansancio, me daba
terror que de un momento a otro dejara de respirar; comía con miedo a no
sentir el sabor de las cosas, incluso por las noches me levantaba al baño solo
para oler el aromatizante, también aguantaba la respiración para saber si mis
pulmones estaban en condición; cuando tenía necesidad de salir a la calle
huía de los lugares donde había gente, quería gritarles que usaran
cubrebocas, que no se acercaran, no alcanzaba a comprender cómo sonreían.
Mi esposa me decía que estuviera tranquilo, y un día al tocarme las manos se
percató que las tenía resecas y llenas de escamas, esto era por el abuso del
cloro y del gel antibacterial. Comencé a hacerme pruebas rápidas de
detección de la enfermedad de manera compulsiva, incluso después de
hacerlas pensaba que quizás el resultado estaba equivocado. La angustia iba
en aumento, esa desesperación y miedo a enfermar, a morir me tenían
paralizado; me olvidé de dormir y las noches eran horas de pánico. No podía
controlar el llanto, estaba derrumbando.
Uno de los días que salí a trabajar, ví un cartel del Movimiento Buena
voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos; me llamó la atención que
ofrecían ayuda en línea, me puse en contacto con ellos por teléfono; me
atendieron y me ofrecieron conectarme en el momento que lo dispusiera. Las
juntas de recuperación se llevan a cabo en línea y son durante todo el día,
por lo que pude organizar mis horarios; y además no tienen ningún costo.
Tengo asistiendo casi 8 meses y me he sentido muy bien; he descubierto que
siempre he tenido problemas y que la pandemia sólo detonó mis síntomas.
Siempre he sido obsesivo en mis pensamientos y pienso que sólo yo tengo la
razón; he podido dar espacio a mi familia, sin estar sobre ellos “cuidándolos”
aparentemente, porque lo que deseo es controlarlos. Estoy recuperando el
sueño, sin necesidad de pastillas; y ya no escucho las noticias de manera tan
morbosa. Me sigo cuidando y cuido a mi familia. Hoy sé que soy
hipocondriaco, pero estar en la agrupación es estar en puerto seguro.
Si usted se siente así o sabe quién se ha sentido así podemos ayudarle.
Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de Neuróticos Anónimos. Sesiones en
línea. Atención telefónica las 24 horas los 365 días a los teléfonos
722.214.38.23 y 722.213.22.60, la ayuda gratuita.